Nadie me lo conto, yo lo viví...

Enero: Un por siempre y un concierto que marca el mes, el que sigue, el que sigue, y los que siguieron.

Febrero: Un adiós incomprendido y un bloqueo de recuerdos.

Mis amigos verdaderos están en el momento preciso.

Marzo: Comenzar hacer lo que había dejado, cine, lectura, amigos, café, familia.

Abril: Entrar a un mundo completamente distinto del mío, que me extasía: Teatro.

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Mayo: Llega el miedo a la noche, el insomnio, el llanto continuo y un despertar a la realidad.

Junio: Ya no quiero estar en mi vida. Teatro se convierte en prioridad,

por las personas que me abrazan, por la entrega, por las risas,

por la pasión, pero sobre todo porque es algo distinto.

Julio: Sigo, con todo

y dolores pero continuo. Reafirmo a mis amigos.

Llega el momento de tomar una decisión apresurada, y con ello llegan

charlas inesperadas.

Agosto: El cambio es evidente, de una escuela, de perspectiva, de mí.

Un beso inolvidable y la sensación en el estomago

me regalan un pedacito de cielo.

Septiembre: Bienvenida al cambio. Las personas son agradables, el lugar,

el aire; el cambio alegra mis días; y decido quedarme con mis historias.

Octubre: Godspell, estar en el escenario es maravilloso,

lo amo con todas mis fuerzas,

porque es tan grato trabajar con las personas que amas mucho,

y que siempre están allí, para mi.

Me atrevo con una nueva historia, porque lo merezco.

Noviembre: Termina temporada, pero viene la promesa

de mas proyectos juntos.

La tristeza se ha ido, gracias a las personas, al cambio,

a las risas, al llanto, a mi decisión de seguir.

Diciembre: Un coraje imposible de no sentir. Pero me agrada mi vida,

encontré a personas maravillosas que se han convertido

en parte esencial de mi vida, reafirme a mis amigos y familia,

dije adiós, llore, volé, reí. Estoy bien, un regalo de navidad

muy satisfactorio, y con un año nuevo muy prometedor.