viernes, 23 de abril de 2010

Un día normal de clases...

Sentada en una butaca incomoda,


mirando a los demás sin mirarlos,


escuchando susurros que encierran autores de la literatura mundial;


me duele la espalda,


por la mala posición


y nace el deseo de escribir,


ese deseo que llega de repente,


ganas de que las palabras se escapen


y entre ellas este tu nombre,


sin punto final,


sin espacios.


Retomo la postura,


trato de poner atención;


ahora, hablan de guerra


y no se porque, se escapa la palabra amor,


y vuelve tu nombre,


tu rostro,


ese, que ya no recuerdo a detalle.


Algo cae de mi butaca,


despierto y solo sonrió,


de esas sonrisas que encierran melancolía


y el que esta delante, me devuelve la sonrisa


y me dice con la mirada:


Deja ya,


esas palabras que se escapan.

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